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4 mar 2015

Acerca de La Teoría del Todo de James March sobre la vida de Stephen Hawking, El Código Enigma, dirigida por Morten Tyldum sobre la vida de Alan Turing e Interestelar de Christopher Nolan.

Tierra, aire, fuego y agua y otra vez agua y fuego.


Hay una escena en La Teoría del Todo (1) en la que Jane, quien será esposa deStephen Hawking, lo arrastra a que salga del encierro en el que se recluyó en su cuarto a jugar en el parque, luego que al físico, a los veinte y pocos, le diagnostiquen una terrible enfermedad que lo deteriorará inevitablemente en un escaso tiempo incontrolable. Ella juega al croquet en el parque con él y descubre (como si el tiempo viajara a una velocidad incomprensible) lo que Hawking se ha distanciado del que era antes en los torpes movimientos de sus piernas, en el cuerpo que se tuerce irremediable y entonces Jane, toma conciencia, inmóvil, con el terror contenido en el rostro, lo que ya no será posible, lo que se ha perdido y lo que se perderá y a cuánta distancia están y estarán el uno del otro. ¿Cuánto podemos permanecer al lado del otro mientras la esperanza se reduce a cero y el tiempo se mide con otros relojes?
Recuerdo la última vez que le pedí un dibujo a mi padre. Como hijo, nunca vemos de lo que los padres son realmente capaces, porque también nosotros tenemos nuestras expectativas invertidas con lo que no son ellos. Pero mi padre era un muy buen dibujante. Entonces, cuando enfermó y ya le resultaba muy difícil salir de la cama, tratando de rescatar algo de lo que quedaba, le pedía que me dibujara caricaturas de animales, personajes de colores. Recuerdo sus manos, cuando me devolvió el lápiz sin apenas poder empezar el último dibujo. Perdí el trazo, me dijo. Y yo no pude mirarlo a los ojos.
En la película basada en la novela de la vida con el científico, Jane cuenta que Hawking piensa, en un sentido y en el otro, en toda su vida, en cálculos en los cuales se suceden la posibilidad y la imposibilidad del principio y de la existencia de Dios. Dios no juega a los dados, decía Einstein. Pero yo creo que no sólo juega a los dados sino que también los esconde, cuentan que Hawking dice. 
Una de las cosas que supone es que no hay ley que diga que no se puede viajar en el tiempo, pero que a lo mejor eso no es práctico.
Nosotros no podemos más que soñar, como H.G.Wells, (2) con una máquina del tiempo, pero es devastador pensar en el futuro en cuanto somos una raza invasora que destruye la tierra al jugar con lo que poco que nos sirve para la vida: el agua, el aire, el fuego.
En Interestelar, de Christopher Nolan, (3) hay que escapar del planeta y encontrar de manera urgente otros mundos habitables,  porque ya no quedan posibilidades ciertas para todos nosotros que somos demasiados y claro, hacemos todo lo que no debe hacerse como si fuéramos suicidas de nuestra propia existencia colectiva. Pero en el film hay un problema del espacio que no se puede resolver y es que cuando regresen los exploradores de planetas lejanísimos (si es que casi improbablemente lo hagan),  ya no volverán al lugar del que partieron, por lo menos, no en el mismo tiempo cronológico que viaja más veloz en la tierra que en el espacio. Entonces, ¿cómo regresar, cuando ya no se puede regresar a ningún lado? ¿El tiempo es un aliado y se puede regresar a lo que fue nuestra casa, o la indiferencia estelar hará que al caer en un agujero negro, la aguja que apenas transcurra para nosotros, colonizadores espaciales, hará que perdamos todo lo que conocimos en la tierra?
Vivimos llenos de leyes, que convertimos o modificamos de acuerdo a nuestros humores o dolores o al peso de nuestra brevísima visita en el existir desde que somos hombres y de nuestra infinita ignorancia. ¿Pero qué ocurriría si al principio de todo no hubiesen las leyes del espacio-tiempo como las creemos conocer y entonces, abolido esto, no hubiese realmente historia?
Stanislaw Lem, en Solaris, (4) habla de unos viajeros que quedan suspendidos en una derruída estación espacial en un planeta encendido de soles azules y rojos con un voluptuoso mar de mímesis que copia y penetra lo más profundo de cada uno hasta que vienen las pesadillas en la forma de cuerpo de aquellos que ya no tenemos, malos sueños de un océano de materia. En el libro los personajes se aferran a lo que se perdió, porque no somos más que lo que perdimos, y lo añoramos aunque no sea verdadero, porque los malos sueños pueden ser un viejo amigo que te ha roto el corazón. ¿Pero esos recuerdos, aunque tomen cuerpo son lo real? ¿O lo real es un estado mental, no muy lejano de lo que uno coloca en el muro de facebook?
Turing, el matemático aparece en la película El Código Enigma (5). Ve cosas que los otros no ven, pero, también carga con lo que no puede dejar de ser en un tiempo en el que no puede serlo. A veces, como le ocurrió a Alan Turing, todo es un sueño paranoico en el que no sabemos exactamente por qué ni para qué estamos, como si el tiempo y el espacio, materia de la que como los sueños, está hecho el cine, no sea más que fórmula sin respuesta a una teoría de todo lo que perdimos o sufrimos.
Todo se reduce a cómo ocurrió el principio, en dónde comenzamos y como terminaremos, por lo menos en nuestra humana existencia en la tierra, si es que nuestro egoísmo salvaje permite verlo, si encontramos palabras para justificar lo que pasa o si esto apenas será irremediable. ¿Qué es el tiempo sino un viaje hacia adelante como nuestra inconsciente que cree en cualquier cosa para no creer en nada?
En Solaris, que aquellos que perdieron para siempre a los que quisieron ven espantados como los otros  regresan como monstruos o fantasmas y a los que no pueden desconocer ni abandonar, en un gesto inútil o incompleto, una memoria vacía de un cuerpo posible: algo que permanece mientras el planeta gira y el mar repite formas incomprensibles e infinitas.
Los personajes de Interestelar volverán a su casa aunque ya no sea exactamente su casa, como los de Solaris verán de lo que aman un eco, un onírico reflejo brumoso. Si efectivamente no hay tiempo y espacio, entonces todo se tratará de esperar, con la secreta esperanza de ver reaparecer a nuestras abuelas cocinar, escuchar las voces de nuestras madres cantar y observar a nuestros padres una vez más dibujar, de ver por fin, que aquello que hicimos como especie permanezca más allá de nosotros.
Extraña e incomprensiblemente idóneos en cantar, bailar, jugar y dibujar, somos maestros capaces de crear como de destruir, científicos locos a punto de controlar el tiempo y aún así, egoístas fanáticos, tan expertos en contaminar como en incendiar, tan competentes en inundar como en secar, que puede que todo ocurra como al final de la película El Planeta de los Simios (6), en que el hallazgo del tótem revela lo que siempre supimos. Que nuestra propia crueldad haga que el tiempo no sea más que el futuro de lo que sospechábamos.

Roberto Camarra, febrero de 2015


1.- La Teoría del todo. (UK, 2014). Dirigida por James March. Con Benedict Cumberbacht y Keira Knightley.
Basado en Travelling to infinity. My life with Stephen.  Escrito por Jane Wilde Hawking.
2.- H.G. Wells escribió La Máquina del Tiempo en 1895. Hay una película dirigida por George Pal, (USA, 1960), interpretada por Rod Taylor.
3.- Interestelar. Interstellar. (USA, 2014). Dirigida por Christopher Nolan. Con Matthew Mc Conaughey y Anne Hathaway.
4.- Lem, Stanislaw. Solaris. Minotauro. Barcelona, 1998.
Solaris, de Stanislaw Lem fue llevada a la pantalla al menos tres veces. La versión más reconocida es la del ruso Andrei Tarkovsky (URSS, 1972).
5.- El Código Enigma. The Imitation Game. (UK, 2014). Dirigida por Morten Tyldum.
6.- El Planeta de los Simios. The Planet of the Apes. (USA, 1968). Sobre la novela de Pierre Boullé. Dirigida por Franklin Schaffner. Con Charlton Heston y Kim Hunter.











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